27 de noviembre de 2015

Corta y pega. Electrelane

Electrelane, posmoderno collage-pop hecho con mesura clásica
El collage es una técnica, con origen pictórico pero aplicable a cualquier tipo de arte, surgida a principios del siglo XX y que fue adoptada entusiásticamente por las vanguardias. Se basa en incorporar elementos de la vida cotidiana o que referencian a otras obras de arte en una composición nueva en la que se pegan esos elementos, de ahí el nombre collage, proveniente del francés coller (pegar). Una renuncia, aunque sea parcial, a la creación en favor de la recreación.


El tomar como partes constituyentes de la creación elementos ya creados supone un giro conceptual importante. El objeto del arte pasa a ser la creación humana o incluso el propio arte, en contraposición a la vida, la naturaleza o el hombre. De ello se deriva una cierta sensación de agotamiento de las posibilidades creativas y al pasar a ser una actividad con un mayor componente autoreferencial, la balanza se inclina hacia lo intelectual a costa de lo emocional.

La música pop, por naturaleza más inclinada hacia la forma, es un terreno propicio para ese enfoque y, en mayor o menor medida, está implícito en gran parte de ella. Sin embargo, son raros los ejemplos en los que ese concepto es el que marca la trayectoria de un artista pop. Y no me refiero al uso de la técnica en sí –que sí se usa, aunque restringida sobre todo a ciertas tendencias experimentales como la música concreta–, sino al collage como concepto, a coger elementos diversos, sacarlos de su contexto original y ensamblarlos de una manera nueva con un sentido diferente.

Electrelane es un grupo del que se puede intuir que ese enfoque es algo importante en su proceso creativo. Un grupo femenino surgido, como tantos otros en la historia de la música pop, de las escuelas de arte británicas; una banda puramente posmoderna que parece operar bajo el supuesto tácito de que todo lo importante o trascendente ya ha sido creado. Donde el clasicismo toma de fuente de inspiración la vida, aquí ese papel lo cumple el arte. Arte sobre arte, autoconsciente, cerebral, a veces irónico, otras reflexivo o crítico. Usando esa suerte de collage conceptual del que hablaba, Electrelane sacan de contexto elementos y estilos musicales y los reordenan de nuevos modos. Las frecuentes críticas que han recibido de carecer de un estilo propio parece que ignoren este hecho, para mí evidente. En esta canción, desde luego, lo es.



Y me parece evidente porque van más allá de un mero eclecticismo estilístico, algo relativamente corriente en la música pop. Ese aparente eclecticismo diríase que es la causa más que la consecuencia de su actividad como creadoras de música pop. Mezclan sonoridades, idiomas, géneros, en busca de algo sorprendente y, quizás, emocionante. Pero la emoción es un atributo de la vida, no algo que se pueda recortar y pegar. La sorpresa de escuchar algo ya oído en un contexto diferente puede asombrar, estimular la curiosidad o, incluso, maravillar. Son esas sensaciones que atañen más al intelecto que a las emociones.

Con esto no quiero decir que lo que hacen no sea interesante. Todo lo contrario, Electrelane consiguen plenamente sus propósitos. Como aplicadas estudiantes de escuela de arte que son, sus cuidados collages de art-punk posmoderno dibujan con matemática precisión la complejidad de la sociedad y el arte. Son originales dentro de un concepto que niega la originalidad y lo saben. Esta última y paradójica vuelta de tuerca es lo que marca la diferencia con otras art-school bands de naturaleza experimental. Y es que saben lo que se traen entre manos.

Intrigante propuesta artística disfrazada de normalidad
Collage-art-school-punk-band. Aplicadas y sensatas alquimistas pop

A pesar de que su enfoque creador no sea clásico, sí que toman lo más relevante del clasicismo desde el punto de vista de la estética: la armonía, la relación entre las partes, un preciso sentido de la medida y las proporciones. Sus extravagantes collages sonoros no están pensados para epatar sino para que suenen coherentes y equilibrados. Ya sea superponiendo música coral a una base de lounge-pop sixties como en esta canción, o abrasando a Leonard Cohen en una electrocutada y agónica versión punk de The Partisan, siempre dan la sensación de haber medido cuidadosamente los ingredientes para que quede la sensación de que así deben ser las cosas.

La voluntad de creación artística se impone al hecho de que esa creación sea un collage hecho de piezas recicladas. El hacerlo con instrumentos tradicionales en la música pop en lugar de utilizar elementos electrónicos (que hubiese sido el camino fácil), unido a una cierta tendencia a desarrollos instrumentales cercanos a lo progresivo, permite disfrutar de la música de Electrelane como de la de cualquier otro conjunto pop, ignorando ese componente conceptual o experimental que está en su raíz. Que consigan hacer pasar desapercibido ese elemento es, quizás, uno de sus logros más notables.

Les dejo con su arrebatada versión de The Partisan que mencioné antes. Engañosamente desmadejada, no podría ser mejorada con una exhibición de mayor pericia instrumental ni con un sonido más pulcro. La pátina de suciedad eléctrica que cubre la canción de Cohen es aquí el elemento crucial del collage.



Todo esto, por supuesto, no es más que una interpretación personal. No les he preguntado si realmente trabajan bajo tales presupuestos teóricos, ni tengo noticias de que lo hayan manifestado así en alguna ocasión. A lo peor son meramente un esforzado conjunto de aficionadas a la música pop que intentan replicar con su talento y sus limitaciones la música que les gusta. Es posible, pero sería bastante menos interesante.

Todas las reflexiones sobre música pop que hago en estas páginas son, en el fondo, también un collage. En él, superpongo mi visión del mundo o del arte a la obra del artista, con la intención de dar un punto de vista más interesante que el que las apariencias sugieren. Intento que sea verosímil pero, la verdad, no me importa demasiado que sea real. Así, estas chicas de Electrelane me resultan más sugerentes como juguetonas artistas conceptuales que como grupo de rock. Como en aquella anécdota, posiblemente apócrifa, de Picasso (pionero, por cierto, del collage), podría decirles que si no se parecen al retrato que he hecho de ellas, ya podrían empezar a parecerse.

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