25 de septiembre de 2015

La oscuridad fatal. Tindersticks

Esperando a la muerte. Lo trágico, una rareza en la música pop
Los temas oscuros y trágicos son de uso común en la mayor parte de las artes. Sin embargo, en la música pop, al dirigirse fundamentalmente a un público juvenil, se trata de evitarlos todo lo posible. No sé si esta autocensura está justificada realmente. En la edad adulta, cuando estamos ahogados por problemas cotidianos, más necesidad tenemos de una feliz evasión. Por el contrario, la mente de un adolescente puede conectar sin problemas con ideas trágicas que imagina a diario.


Las ideas trágicas normalmente van ligadas a dos hechos con los que todos nos encontramos, o nos vamos a encontrar, tarde o temprano: el amor y la muerte.  En los casos más extremos en la escala de la tragedia, los dos están relacionados. Esto es una constante en la historia del arte, y la música pop no ha podido permanecer ajena totalmente a estos temas. Tampoco a estos más extremos en los que el amor y la muerte van de la mano.

Until the Morning Comes (Tindersticks)


Tindersticks es un grupo que, por geografía y cronología, se suele incluir en esa cosa amorfa llamada brit-pop surgida en territorio británico a principios de la década de los 90. Sin embargo, estaban más emparentados con cantantes afines a lo oscuro y dramático como Scott Walker que con los referentes del movimiento, y mucho menos que con esos otros grupos coetáneos suyos. Nunca llegaron a tener un éxito realmente mayoritario, pero tampoco eran unos desconocidos, así que es difícil apelar a la injusticia de la historia para reivindicarlos. Por otra parte, tampoco es que hayan sido unos creadores de un genio incuestionable que mereciese mejor suerte y deban por ello ser reivindicados. La mayor parte de su obra es, de hecho, bastante olvidable, pero en ciertos momentos –cuando daban con la tecla correcta– eran capaces de facturar oscuros temas de ambiente turbador que se pueden disfrutar sin complejos e ignorando las antipáticas etiquetas a las que se les suele asociar, como la ya citada brit-pop, o indie. Esta canción corresponde a una etapa tardía en su discografía, ya en este nuevo siglo, y en ella se ven con bastante claridad las referencias que comentaba. Desde la temática (un crimen pasional) a los arreglos, todo remite a esos otros modelos que mencionaba, antes que al puro pop.



La espera


Eso que he llamado –utilizando la terminología antigua– crimen pasional, es lo que llaman ahora violencia de género. Algo, como verán, mucho menos glamouroso y sobre lo que está mal visto, con razón, escribir canciones. Ahora no se mata por amor, se mata por ser un hijodeputa (como si los hijosdeputa no pudieran enamorarse). Al igual que en la canción, cuando llegue la mañana ella va a estar muerta. La vemos en ese fugaz instante en el que –aún llena de vida– su destino está sellado y va a morir a manos de un enamorado que llega tarde a la cita más importante de su vida. Hoy esas cosas ya no pasan... ya no hay crímenes pasionales. ¿Recuerdan, acaso, la última vez que oyeron o leyeron la expresión? Se ha dictaminado que no puede haber amor en alguien que comete el acto de odio más extremo y la sola mención del amor en el contexto de un crimen causa airadas protestas por obscena y escandalosa. Solo hay violencia de género, un término aséptico de torpes tintes burocráticos que tiene su hábitat natural en titulares periodísticos o informes ministeriales, pero que no puede servir, de ninguna de las maneras, de tema para una canción. Así, los crímenes pasionales se han convertido en una cosa del pasado. Por eso la ilustración es en blanco y negro y el hombre lleva sombrero, para indicar que algo así solo pudo pasar en un tiempo ya olvidado. (Nota: para ver la ilustración a máxima resolución, pinchar en la imagen)

La trágica espera del que no sabe que va a morir
Crímenes pasionales, cosas de otros tiempos

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