11 de septiembre de 2015

La memoria y la existencia. Pete Molinari

Pete Molinari, imaginaria metafísica romántica neo-folk
Solemos dar por sentado que las cosas existen por sí mismas. Es algo que se corresponde con nuestra experiencia cotidiana. Sin embargo hay corrientes filosóficas y hasta científicas que lo niegan y exigen como requisito para la existencia la presencia de un observador. Es posible que el árbol que cae en el bosque sin que nadie se percate de ello, no haya caído. Quizás ni siquiera podamos hablar con propiedad de la existencia de tal árbol o tal bosque hasta que alguien dé fe de ello.


Desconozco si la memoria cuenta en esas teorías como un observador válido, si recordar algo es suficiente para validar su existencia. En cierto sentido, me parece algo más natural y más fácil de entender que lo del árbol, el bosque y la mecánica cuántica. Sobre todo en lo que se refiere a las personas, que existimos –por suerte o por desgracia– más como animales sociales que como entes autónomos.

Sweet Louise (Pete Molinari)


Pete Molinari es un joven músico inglés –con orígenes italianos, malteses y egipcios– dedicado a mimetizar la carrera de Bob Dylan. Su primer disco parecía un conjunto de descartes de “The Freewheelin'”, mientras que en el segundo apuntaba al “Bringing It All Back Home”. Precisamente de ese segundo disco está sacada esta canción (en la que ha omitido en su título, quizás avergonzado, el “absolutely” que luego utiliza sin piedad, dado que también ha asimilado de Dylan la afición desmedida por los adverbios). En su último disco parece, en fin, que ya ha llegado al “Blonde on Blonde”. Espero por su bien que se salte los siguientes y retome su titánica tarea de copia de la discografía dylanita por el “Blood on the Tracks”. Bromas aparte sobre su mayor o menor originalidad, hay que reconocer que lo que hace, lo hace con gusto, y que incorpora detalles del pop de los 50 y los 60 –el de Ricky Nelson, Everly Brothers o, incluso, Roy Orbison– que casan bien con el sustrato Dylan. La canción trata sobre un caso de rechazo. Él no sabe muy bien lo que quiere, pero tiene bastante claro que no es ella. A partir de esa premisa, se dedica a marear la perdiz para decirle “no”, sin decirle que no. Algo, la verdad, sin demasiado interés, más propio de quinceañeras empachadas de telenovelas, que de alguien con pretensiones de creador (y bastante irritante en la vida real, además). Pero la cosa funciona gracias a su bonita melodía y a alguna inspirada frase suelta.



Recuérdame


Tengo que reconocer que el origen de todo esto es un malentendido debido a una equivocada e inconsciente traducción literal de una parte de la letra. Donde dice “But remind me cause I may forget (that you are somewhere else)”, yo traduje “remind me” como “recuérdame (a mí)”, y no “recuérdame (que no me olvide de algo)”. Lo que en español es un verbo (recordar), en inglés son dos (remind y remember), y los intercambié. No tardé mucho en darme cuenta del error, pero el daño ya estaba hecho. La frase se me había quedado grabada. La verdad es que me gusta más el malentendido que la frase con su sentido correcto. Tiene mucha más fuerza, más dramatismo... “Acuérdate de mí, que yo me puedo olvidar”. ¿Y quizás pasar, entonces, a la no existencia, como el pobre árbol del bosque? ¿Qué somos si nadie nos recuerda? Son cosas que a mí me resultan sugerentes y en las que a veces pienso, y por eso conecté inmediatamente con ello. –¡Coño, lo que ha dicho este tío, qué bueno!– pensé. Pues no, no lo había dicho. (Nota: para ver la ilustración a máxima resolución, pinchar en la imagen)

Acuérdate de mí. O recuérdame algo... Ahora no caigo
De intrigante duda metafísica a vulgar chica abandonada. I'm absolutely sorry, Louise

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