28 de agosto de 2015

La languidez del fin de las cosas. Françoise Hardy

La mirada del que espera
Las cosas que acaban tienen una cualidad especial. Si ese pincho de tortilla que se toma usted casi sin pensar, supiese que iba a ser el último, o –al menos– el último hasta dentro de mucho, mucho tiempo, le sabría seguro de una manera completamente diferente. Y esto reza también para cosas inmateriales que no se experimentan a través de los sentidos. Las emociones ligadas a las cosas que se acaban son también muy poderosas, y la música es un vehículo óptimo para transmitirlas.


Probablemente una de las primeras experiencias de cosa-que-se-acaba que sentimos en nuestra vida, ya de niños, es el final del verano. La pérdida de esa atmósfera despreocupada y lúdica bien puede ser el primer trauma de los muchos que experimentaremos en nuestras vidas. Esa sensación fea y desasosegante, extiende sus tentáculos desde más allá del fin del verano, tiñendo los últimos días del mismo de una atmósfera melancólica.

La fin de l'été (Françoise Hardy)


Françoise Hardy fue una de las principales exponentes de la hibridación de la canción tradicional francesa con la música pop internacional de raíz anglosajona. Esa fusión de pop y de chanson funcionó extraordinariamente bien en el país vecino a mediados de los años 60 del pasado siglo y durante un par de discos Françoise fue la reina del género, dejando clásicos del pop –de cualquier tiempo o lugar– como Tous Les Garçons et Les Filles. El pop inocente y fresco que hay en esos discos, aunque con un innegable punto melancólico, sigue siendo hoy, medio siglo más tarde, un remedio imbatible para los ánimos sombríos y la desesperanza. Sin embargo, a lo largo de los dos años siguientes, a la Hardy debió pasarle algo realmente turbador, ya que en 1967 sacó un disco, "Ma Jeunesse Fout Le Camp", lánguido y melancólico como pocos. En cuanto a ánimo depresivo, se encuentra cerca del "Berlin" de Lou Reed o del tercer disco de Big Star, lo que tiene su mérito. Evidentemente, le costó una buena parte de su popularidad y un descenso acusado de las ventas. Más tarde se recuperaría y reinventaría en otras facetas. Pero eso, como decía Monsieur Moustache, es otra historia. En ese disco se encontraba esta canción titulada, cómo no, "el fin del verano".



Noche de verano en la piscina


Noche calurosa de verano junto a la piscina. Ella mira a un punto indeterminado y lejano. Espera. Pero ese alguien o algo que espera probablemente no vendrá. Acaso es el final del verano lo que está mirando. (Nota: para ver la ilustración a máxima resolución, pinchar en la imagen)

El verano se acaba. El próximo año habrá otro, pero no será este
El que espera, desespera. No hay que ser francés para saberlo

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