6 de marzo de 2015

La reina secreta del Black Power. Betty Davis

Betty Davis. Black Power to the max
La grandeza de los reyes consiste en que no tienen que hacer grandes demostraciones de su majestuosidad para dejar su huella en la historia. Usted o yo tenemos que currárnoslo cada día para que nos tengan mínimamente en cuenta, para los reyes eso viene de serie. Lo mismo se aplica a los así llamados "reyes de..." en la cultura popular, aunque en este caso la grandeza no viene por vía de derecho divino o nacimiento, sino por talento y, sobre todo, a esos niveles, por esa cosa etérea llamada carisma.


El carisma es algo difícil de explicar u objetivar, pero fácil de percibir. Hay personas que lo tienen y otras que no. Quizás sea una facilidad para hacer el talento evidente y claramente perceptible para los demás, o la capacidad de influir a otras personas de talento. Esas cualidades innatas son, en algunas ocasiones, sustituidas por un fuerte aparato promocional y no mucho más; en otras, hallándose el talento y el carisma presente, un difícil encaje con el momento o las modas –o la pura y simple mala suerte– hacen que estos seres escogidos pasen relativamente desapercibidos. Pero, al igual que los reyes con país y corona, les basta con unos pocos detalles para dejar su impronta en la historia.

Eso es lo que sucede con Betty Davis. Su exigua producción discográfica (tres discos) y su nivel de popularidad (marginal para el gran público) no hacen justicia ni a su talento ni a su carisma. Comenzó a ser conocida cuando a los 23 años se casó con un Miles Davis que le doblaba en edad e inmediatamente procedió a volverlo del revés, no hay otro término mejor para describir lo que sucedió. No hay que caer en el error de considerarla una mera groupie o una cazafortunas; su influencia en el titán del jazz fue enorme y perdurable. Ella fue quien lo introdujo en el rock psicodélico y en los enérgicos ritmos negros que se estaban cociendo en la época, dándole a conocer la música de Jimi Hendrix o Sly Stone, que le impresionaron profundamente y fue la instigadora del giro estilístico en la obra de Davis hacia el jazz-rock. Discos como "In a silent way", "Bitcher's Brew" o "On the corner" no hubieran existido sin su influencia. No está mal para un matrimonio tan fugaz. Sin embargo ella era, en palabras del propio Miles, "demasiado joven, libre y salvaje; ese tipo de mujer toda sexo" y el matrimonio duró apenas un año. Se podría decir, usando la expresión anglosajona, que Miles intento morder más de lo que podía masticar (aunque el bocado, ciertamente, era exquisito y tentador). A ella, del matrimonio, le quedó el apellido.

El grueso de su carrera musical se produce entre 1973 y 1975 (anteriormente había publicado algún single y a finales de los 90 sacó otro disco bastante olvidable). Tres discos. Un bombazo por año de enérgicos y lascivos ritmos negros en los que demuestra ser una fuera de serie y una artista determinada, independiente y con las ideas muy claras. Canta, compone y produce; rodeada, eso sí, por músicos de primer nivel, miembros de la Family Stone y la banda de Santana mayormente. Quizás el homónimo primer disco sea el más logrado, fresco y divertido; pero es en el tercero, "Nasty Gal", donde alcanza mayor intensidad y salvajismo en sonido e imagen. Por momentos casi parece estar parodiando el personaje que ella misma había creado de depredadora sexual y rebelde salvaje e independiente, todo subido más allá del 11. A pesar de ello, se las apaña para caminar con seguridad y solvencia por la fina línea que separa lo autoparodia ridícula de lo genuinamente impactante. Incluye también una rara colaboración con su ex-marido Miles Davis, con el que escribe a medias "You and I", que realmente no se encuentra entre lo mejor del disco, pero merece mención propia por tratarse de quién se trata. De este disco está igualmente sacada esta canción, "F.U.N.K.", buen resumen de todo lo que significó Betty Davis.



La canción, como su propio nombre indica, es una exaltación de la música funk, acompañada de un compendio de nombres de artistas y títulos emblemáticos de la música soul y funk negra de finales de los 60 y principios de los 70 del pasado siglo. Desfilan por ella Sly Stone y su "Wanna take you higher", Stevie Wonder, Tina Turner, Al Green, Ann Peebles, Barry White, Larry Graham, Isaac Hayes, The O'Jays y su "For the love of money", Aretha Franklin, Chaka Khan, Funkadelic o los Ohio Players y su "Skin tight". Todo un "who is who" del black power musical de la época.

La parte más jugosa, no obstante, es la dedicada a Jimi Hendrix –del que por cierto las malas lenguas dicen que fue la causa de su separación de Miles Davis–. Ella desmintió la infidelidad, pero estas líneas de la canción no tienen desperdicio: "Jimi yes he could make it do anything anything/He used to say Foxy Lady/He used to say ahh Betty Betty/I'm gonna getcha now ow". Combinen esto con la letra de la propia "Foxy Lady", probablemente dedicada a ella o inspirada por ella y juzguen ustedes mismos: "Ah, baby listen now/I've made up my mind/I'm tired of wasting all my precious time/You've got to be all mine, all mine/Foxy lady/Here I come ". Parece que al genial zurdo, cuando bajaba de la nube púrpura, además de trajinarse Stratocasters, también le gustaba hacer lo propio con reales hembras como esta. Era humano, después de todo.

Y es que la crudeza y la sensualidad de Betty al micrófono era capaz de hacer que la salvaje Tina Turner de los inicios sonase a su lado como una versión censurada de la banda sonora de "La casa de la pradera". Más que cantar al micrófono, parece que esté fornicando con él; susurra, gime, gruñe, aúlla... Puro sexo a compás de 4/4. Una bomba negra, poderosa y lúbrica; como debe ser. F.U.N.K.

Betty Davis, poder negro y sexo funkie
La auténtica Foxy Lady, toda una Sex Machine. Funk me, baby!

No en vano el funk es música soul ya desprovista de todo rastro de la dulzura o espiritualidad que le venía por parte del gospel. Una celebración terrenal de la sensualidad, hecha para el goce de los sentidos y la carne que en pocas ocasiones ha sido tan bien plasmada como lo hacía esta mujer. Como decía Jerry García sobre los ritmos funk "hasta los chicos blancos sabían de qué iba y podían bailar". Yo, personalmente, prefiero el punto de dulzura del soul clásico a las convulsiones carnales del funk, pero hay que reconocer que las impactantes sensaciones que producen fenómenos de la naturaleza como James Brown descargando atómicas bombas de ritmo son, en verdad, estremecedoras. Tanto más en el caso de Betty Davis; al fin y al cabo James Brown era un señor bajito con un peinado estúpido, mientras que esta señora era una hembra espectacular de la que su sola presencia hubiese bastado para incendiar a las audiencias aunque no hubiese cantado un pimiento (evidentemente, no era el caso).

Sin embargo, a pesar de tenerlo todo a su favor: talento, carisma, apoyo de la compañía discográfica, excelentes músicos, etc., no logró dar el salto al éxito masivo. Se puede especular con que era demasiado negra para las audiencias blancas y que rockeaba demasiado duro para las negras. Quizás mediados los años 70, una época confusa y con tendencia a la flojera musical, no fuera el momento para que algo tan visceral y crudo fuese plenamente apreciado.

Quizás simplemente tuvo mala suerte, quién sabe. El caso es que quedará para la historia como la reina secreta del funk que no tuvo unos súbditos dignos que apreciasen su grandeza y majestad y que por ello no pudo reinar como merecía. Aunque tarde, digámoslo alto y claro: Dios salve a la reina.

2 comentarios:

  1. La estoy escuchando ahora mismo...BRUTAL!!!!! El tema es correcto, pero la interpretacion es de otro mundo. Qué senxualidad, qué salvajada!!!
    No ibas de farol.

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    1. Es el poder negro, my friend... hay que ponerse con la ingeniería genética ya (mejor a la antigua usanza, a pelo)

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