27 de marzo de 2015

Déjeme que le compendie mi filosofía en unas pocas palabras (si me hace el favor). Johnny Boy

Johnny Boy creen que compras demasiado. New-wave fuera de onda
En periodismo el titular debe resumir en pocas palabras el contenido de la noticia e interesar al lector lo suficiente para que continúe leyendo. En otros géneros más artísticos puede cumplir otras funciones y, más que resumir, lo que intenta en muchas ocasiones es sugerir. Los elementos que suelen permanecer constantes son su cualidad de cebo para el receptor –que debe sentirse atraído por el contenido– y su brevedad. Pero las reglas están para romperlas y esto no siempre es así.


La primera víctima puede ser la brevedad y, aunque probablemente muchos de estos prolijos tituladores de nuevo cuño piensen que están haciendo algo muy moderno, convendría recordarles que "El Quijote" llevaba realmente el título de "El Ingenioso Hidalgo Don Quixote de la Mancha", que tampoco es que sea la hostia de largo, pero ya apuntaba maneras.

He de reconocer que, aunque todo el asunto me parezca un poco bobo, siento especial debilidad por estos kilométricos títulos, especialmente en canciones pop, No sabría decir muy bien el porqué, quizás porque normalmente van acompañados de una dosis de humor retorcido, ingenuo o absurdo, y realmente andamos necesitados de esas cosas en un mundo progresivamente más árido, literal y carente de ironía.

Esta peculiar tendencia podría considerarse un género en sí mismo, si no fuese porque es algo tan minoritario que los ejemplos realmente notables se pueden contar con los dedos de una mano. Hasta donde llega mi (limitado) conocimiento, estos son algunos de los ejemplos más sobresalientes, atendiendo a su longitud y contenido: "There's a guy works down the chip shop swears he's Elvis", de la añorada Kirsty MacColl; "Suppose you gave a funeral and nobody came" de los Carter the Unstoppable Sex Machine de los que hablaba la semana pasada y que (como pueden ver) extendían su verborrea nombrelargística al propio nombre del grupo; la (creo) imbatible "Your x-rays have just come back from the lab and we think we know what your problem is", de Jets to Brazil. Y la nada desdeñable (y con mogollón de mensaje) de estos Johnny Boy: "You are the generation that bought more shoes and you get what you deserve".



Johnny Boy fue un dúo de efímera existencia que publicó un par de singles y un disco de larga duración a comienzos de este siglo. Aparte de esta canción que entró en las listas británicas no tuvieron gran popularidad ni trascendencia. Se autodefinían como una recreación spectoriana de los Clash, época "Sandinista", hecha con guitarras y electrónica. Aunque no iban del todo desencaminados, sobre todo por lo que toca al señor Spector, a mí me suenan más que nada a unos Blondie post-punk, a engendro new-wave encantadoramente fuera de onda, orgullosamente hecha sin pudor en el siglo equivocado. Cierto que hay loops y ruiditos electrónicos aquí y allá, bien integrados en un denso sonido que, sin embargo, sigue estando dentro de los márgenes de lo que se puede considerar power-pop más o menos clásico.

De los Clash, la verdad, poco veo, aparte de una cierta conciencia social y/o política, aplicada en este caso a una irónica diatriba anti-consumista. "Sois la generación que compró más zapatos y tenéis lo que os merecéis" es, además de un gran título (la razón por la que estoy hablando de ellos), una declaración de intenciones y una postura política. Ciertamente, el consumismo descerebrado es uno de los males de nuestro tiempo y realmente no necesitamos todo lo que compramos. Que la consecuencia de ello sea lo que nos merecemos es otro asunto más discutible, sobre todo desde un punto de vista moral (implícito en el término "merecer"). La extensión de las consecuencias de las acciones realizadas por individuos a todo un grupo es, ciertamente, algo discutible. Pero no se le puede pedir a una canción pop de tres minutos la profundidad de análisis de un sesudo ensayo sociológico o filosófico de decenas de páginas. Ni se puede, ni sería divertido, que es de lo que se trata.

Compráis demasiados zapatos y tenéis lo que os merecéis
Pelirrojas con tacones. ¿Eso es lo que nos merecemos? Vaya, esperaba algo peor

Afortunadamente, ese enfoque político no degenera en panfleto –algo que se lleva fatal con la música pop– y la canción, con su carga crítica, cumple su función de entretener a base de energía y seducción. Se puede bailar y tararear, ¿qué más se puede pedir? Por otra parte, no deja de ser curioso que un ataque a la moda y al consumismo se presente bajo una apariencia tan glamourosa y fashion; desconozco si es una vuelta de tuerca a la ironía o algo involuntario. Involuntario o no, el humor sigue siendo humor. Bienvenido sea.

En cualquier caso, demos gracias a Dios por las pelirrojas con tacones, una de las pocas cosas en este mundo –junto a la ironía y los títulos largos y estúpidos– que hacen de este valle de lágrimas un lugar (escasamente) habitable al que hay que seguir prestando atención.

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