1 de agosto de 2016

La sonrisa extraviada. (La película)

La sonrisa extraviada
Que San Raymond Chandler se apiade de mí y perdone mi atrevimiento...

Ya he terminado mi película/comic animado/whatever de cine negro: La sonrisa extraviada. Una modesta (en términos absolutos) pero ambiciosa (según la escala de los medios de los que dispongo) puesta al día del género negro clásico. Un género al que soy muy aficionado y, por eso precisamente, le tengo mucho respeto.


La película está basada en un relato corto que escribí hace unos pocos años. Uno de los que me siento más satisfecho. Si tienen curiosidad, pueden leerlo aquí. Pero no lo hagan si tienen intención de ver la película hasta después de hacerlo. Es más llevadero saber lo que va a pasar durante cuatro o cinco páginas que durante dos horas.

Naturalmente, de un relato corto, narrado en primera persona, que carece casi por completo de personajes y se centra en los recuerdos, pensamientos y emociones del narrador ante unos determinados hechos, no es sencillo sacar una película convencional. Así que casi todo en la película es nuevo. La mayoría de los personajes, alguno de ellos cruciales para la trama, no existían en el relato. Hay nuevas subtramas, paralelas o confluyentes con la principal. que algunos de esos personajes han traído consigo. Quedan los hechos de fondo y la narración por el protagonista de algunas partes. Estas partes narradas tienen un tono lírico, heredado del relato, que contrasta fuertemente con los diálogos directos y, en ocasiones, descarnados que mantienen los personajes, con los dobles sentidos y la picardía, con ese aire juguetón y cortante que se puede ver en El sueño eterno o Perdición, por decir dos ejemplos clásicos. En un principio este era un aspecto que me preocupaba. Que el contraste fuera excesivo y pudiese causar confusión. Ahora, una vez terminada, creo que es una de las virtudes que pueda tener la película. Creo que le da más intensidad a ambos tonos, al directo y al lírico, que el que podrían haber tenido en caso de haber encauzado toda la película por uno de los dos caminos posibles. Le da, a falta de una palabra mejor, más profundidad. Claro, ¿qué quieren que les diga?, ¿que he hecho una chapuza sin pies ni cabeza?

Me gustaría pensar que me he acercado, aunque sea un poco, a los modelos de los que hablaba en la viveza y el ingenio de los diálogos, en el retrato de ambientes inquietantes, en la plasmación de una cierta moralidad (no necesariamente de lo que está bien o mal, sino de cómo afrontan los personajes lo que ellos entienden que está bien o mal). En fin, en las cosas que yo considero esenciales en el género negro, ya sea literario o cinematográfico.

No he querido entrar en la imitación de clichés circunstanciales (y espero haberlo conseguido). No encontrarán tipos con gabardina, botellas del whisky en los cajones, turbios corredores de apuestas del hipódromo ni damas de busto espléndido reclinadas sobre las sensuales curvas de un Plymouth del 51, que suelen ser las cosas en las que se centran las recreaciones modernas del género. Cosas que estaban muy bien en su contexto, no me malinterpreten... Pero que copiadas sin más en otro tiempo y otro lugar quedan bastante ridículas (al menos en mi opinión) y no hacen ningún favor a la pervivencia de un género que, como pocos otros, retrata ese lado oscuro del alma humana que preferimos olvidar que existe. Y nos lo muestra fría y despiadadamente ahí, al otro lado de la pantalla. Para nuestro espanto y regocijo.

En las mejores ocasiones, esa pantalla se transforma en un espejo en el que reconocemos la torpeza, la mala fe y los instintos depredadores que impregnan nuestra sociedad. No creo que mi aportación sea una de esas ocasiones, pero al menos me he dado el gusto de intentarlo.

Y finalmente, quisiera mencionar la espléndida banda sonora de José Serrano, sin cuyo talento esto hubiera sido muy diferente (o no hubiera sido en absoluto). En serio, aunque no sientan el menor interés por el cine, por el género, por los torpes muñequitos con los que he poblado este oscuro sueño... Escuchen la música. Con los ojos cerrados, la ventana minimizada o desde otra habitación si así les parece. Esta película necesitaba esa música. Pero esa música no necesita nada más que ser escuchada. Háganlo, por favor.

Les dejo con el cartel, el tráiler y la película, para que se sumerjan, si les apetece en ese oscuro sueño que les decía:

Cartel de La Sonrisa Extraviada
La sonrisa extraviada, cine negro metafísico, lenguaraz y lírico








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